En España los políticos pueden ser acusados sin fundamento. Los particulares pueden ser objeto de querella catalana. Los policías son sistemáticamente acusados por los delincuentes. La Guardia Civil es perseguida sin problemas procesales cuando toca. Pero… ¡ay de ti como te metas con un juez! Pues bien, gracias a Dios, se ha caído este tabú. Ha tenido que pasar algo tan grave como el caso Cursach para que los jueces puedan ser perseguidos de verdad. Ahora es el momento de recordar que en España los privilegios procesales, no sólo fácticos sino legales, de los jueces y fiscales, son exagerados y que se les puede denunciar, como a todo el mundo. O mejor todavía: es el momento de exigir que PARA TODO EL MUNDO la denuncia falsa no sea un delito sin consecuencias.
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